Cuando hablamos de creatividad las primeras imágenes que suelen venir a nuestra mente están relacionadas al campo de las artes. No cabe duda de que tanto un poeta, como un pintor o un músico, son personas que pueden expresar su creatividad de manera natural. Sin embargo, cuando comenzamos a leer un poco más sobre el tema, vamos descubriendo que la creatividad no es una característica de algunos pocos sino que es una característica intrínseca del ser humano.
Una de las definiciones más utilizadas de la creatividad es la de “capacidad de generar ideas o productos que son tanto novedosos (originales, inusuales) como útiles (de valor, que son de ayuda)”. Y como podrás ver, en la definición no se hace ninguna referencia a las habilidades artísticas de un individuo.
Si bien las manifestaciones creativas más antiguas de las que se tiene constancia son el arte rupestre y la construcción de herramientas, hoy podemos extender el pensamiento creativo a actividades mucho más amplias. Tanto al realizar un descubrimiento científico, como al inventar una receta con los 5 ingredientes que hay en la heladera o aún al improvisar cómo ir del punto A al punto B cuando hay paro de colectivos, se está pensando de manera creativa.
Todos tenemos la capacidad de expresarnos creativamente, lo que ocurre es que algunos serán creativos para los negocios, otros para las artes, y otros en su vida diaria. De hecho, es a través de experimentos simples asociados a situaciones de la vida cotidiana como los científicos intentan dilucidar los grandes misterios de la creatividad.
Por ejemplo ¿cuánto tardarías en decirme 3 usos alternativos para un clip de papel? Apuesto a que menos de un minuto. O quizás más, pero durante todo el tiempo que te lleve buscar con tu mente las respuestas ya estarás haciendo uso de la creatividad. Es más, esta pregunta puede ser tranquilamente parte de un experimento científico para estudiar la creatividad. La tarea de usos alternativos es una tarea conocida de ideación que invita a los participantes a pensar nuevos usos para elementos cotidianos, y a la cual se le suman hoy en día técnicas de imágenes como la resonancia magnética funcional.
Aunque para serte sincera, si bien esta tarea puede parecer simple y fácil, muchas personas tienen que hacer un gran esfuerzo para cumplir esta tarea o sólo pueden nombrar usos muy cercanos a los ya conocidos. ¿Significa entonces que estas personas no son creativas? De ninguna manera, ya que la innovación, faceta de la creatividad que se estaría evaluando mediante esta tarea, es sólo un aspecto de la creatividad. Hoy en día se están diseñando más tareas tal que se puedan evaluar habilidades visoespaciales necesarias para el diseño o habilidades científicas necesarias para el descubrimiento científico o la innovación, todos aspectos que también enriquecen el pensamiento creativo.
Los ingredientes de la creatividad
Si bien la creatividad comprende un amplio espectro de habilidades se podría decir que en todas hay dos componentes que juegan un papel fundamental: la memoria y el esfuerzo cognitivo.
Tomando como ejemplo el ejercicio del clip, para que puedan surgir nuevas formas de uso de este elemento, tu cerebro primero tiene que recurrir a la información que ya tiene previamente almacenada. Es así que accede a la información de la forma, material, y tu experiencia sobre los usos que ya habitualmente le das al clip. El pensamiento creativo recurre constantemente a tu conocimiento y experiencia previa. De hecho, los mismos circuitos que se usan para recordar el pasado también nos permiten imaginar situaciones futuras y pensar creativamente. De ahí la sugerencia de aprender sobre temas nuevos o incorporar alguna habilidad, toda esa nueva información es materia prima para tu creatividad.
Ahora bien, una vez que ya tenemos disponible la información sobre los usos conocidos del clip, es hora de proponer usos diferentes. Y es ahí cuando nos damos cuenta de que la creatividad dista mucho de ser algo que ocurre como por arte de magia y, que en verdad, es una actividad que requiere un poco de esfuerzo. Para proponer usos alternativos del clip debemos esforzarnos en mantener distancia de la información ya conocida para que ese espacio nos permita proponer nuevos usos.
Aquí es cuando se hace evidente el segundo componente importante del proceso creativo, el esfuerzo cognitivo. Este esfuerzo se evidencia como el control mental necesario para empujar nuestra búsqueda hacia direcciones no exploradas, evitando así quedarnos estancados en la información que ya conocemos.
Entonces ¿Puedo controlar mi creatividad?
Eso es algo que muchos quisiéramos sin duda, sin embargo cuantas veces nos habremos quedado paralizados sin poder siquiera esbozar un cuarto de idea. Se podría decir que el pensamiento creativo requiere un poco de control y un poco de divague mental también. Cuando nuestra mente divaga se permite idear y proponer sin mucha restricción (generación de la idea), pero luego es necesario un sistema de evaluación que nos permita testear si esa idea funciona o no (evaluación de la idea). Curiosamente, cuando las redes neuronales encargadas de generar ideas están activas, las redes encargadas de evaluar las ideas están desactivadas. Dicho en otras palabras, cuando divagamos no necesitamos evaluar las ideas ni bien aparecen, mientras que cuando estamos evaluando una idea debemos evitar distraernos con el surgimiento de otras nuevas. Según un experimento de la Universidad de Harvard aquellas personas con ideas más creativas poseen una mayor comunicación entre estas dos redes neuronales que usualmente funcionan por separado.
Aún quedan temas por investigar
A la ciencia aún le queda mucho camino por recorrer sobre la neurociencia de la creatividad. No es muy claro aún si es posible aumentar la creatividad a largo plazo reforzando las conexiones neuronales que mencioné anteriormente, y menos aún cómo hacerlo. Pero lo que sí podemos nosotros hacer hoy es propiciar estados que activen nuestra creatividad en un corto plazo. Para ello, el primer paso y más importante es reconocernos como seres creativos.
No todos tenemos que expresar nuestra creatividad de la misma manera y siento que en esa variedad radica una riqueza enorme que nos permite experimentar este mundo de diversas formas. Es por eso que te invito a que registres en tu día a día qué te motiva a crear, dónde y cuándo se te ocurren las mejores ideas, como así también sobre qué temas te es más fácil pensar creativamente. Toda esa información es muy valiosa y te va a asistir en aquellos momentos que necesites explorar tu creatividad.