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El poder de la visualización sobre la motivación

Es muy común escuchar que una buena forma de motivarnos para realizar tareas que quizás no nos gustan demasiado es premiarnos una vez que las hayamos concluido. Si bien esto es eficiente y puede funcionar como un motivador, muchas veces las actividades que tenemos que realizar son a largo plazo y toman varios días o semanas. ¿Cómo hacemos entonces para mantenernos motivados? Una forma es ejercitando la visualización.

La visualización es considerada como una forma de percepción de tipo débil, y esto es así porque esta ocurre en ausencia de estímulo externo. Cuando visualizamos a nuestro producto terminado o nuestra idea ya materializada no estamos frente al objeto en cuestión, sin embargo para nuestro cerebro es como si estuviésemos frente a él. De hecho, las estructuras neuronales que subyacen a la visualización son muy semejantes a las que participan durante una percepción de tipo real.
En nuestro día a día estamos continuamente recurriendo a la visualización, especialmente cuando estamos frente a una toma de decisiones. Por ejemplo, cuando nos preguntan si para la cena queremos tarta de verduras o milanesas con papas fritas, recreamos en nuestra mente ambas experiencias y, evaluamos en función de eso, si el resultado de nuestra elección va a tener un resultado positivo o negativo.

La visualización es una muy buena herramienta para pre-experimentar actividades futuras y así poder anticipar su potencialidad de ser placenteras y gratificantes, pudiendo de esta manera dirigir nuestra conducta hacia la realización de ese tipo de actividades.

Ahora bien, muchas veces durante nuestro proceso creativo nos encontramos frente a etapas que no son tan motivadoras o placenteras como otras, pero que aun así son necesarias de ser llevadas a cabo. La pre-experiencia de esta etapa puede anticipar aburrimiento o dificultad y eso desmotivarnos a seguir adelante. En este caso ¿Es posible utilizar la visualización a nuestro favor?

Esta es una de las preguntas que se realizó el grupo de la Unidad de cognición y ciencias del cerebro de la Universidad de Cambridge. Ellos proponen que la visualización puede actuar como un amplificador motivacional, promoviendo así que puedas llevar a cabo las actividades que a veces posponés o te cuesta finalizar.

Para probar esto tomaron ventaja de una particularidad de la visualización: que gatilla fuertes reacciones emocionales y neurofisiológicas. Esto es porque la visualización es un componente principal de una red funcional que se denomina “cerebro futuro”, la cual se encarga de predecir y planificar los eventos futuros. Cuando hacemos predicciones acerca de cómo nos vamos a sentir en un potencial evento es muy común realizar una sobreestimación del impacto emocional de los eventos, lo cual deriva en cómo vamos a tomar las decisiones luego. Si algo que visualizamos nos produce felicidad y bienestar, esta simulación del evento impacta positivamente en nuestra probabilidad subjetiva de que ese evento ocurra.

Entonces ¿Cómo hacemos para aumentar la probabilidad de realizar una actividad que nos cuesta? La asociamos a una emoción positiva.

Los científicos observaron que el grupo de personas que se visualizó realizando y finalizando la actividad que posponían de manera armoniosa y positiva tuvo luego mayor compromiso y mayor éxito en llevarlas a cabo en la vida real. Así, la visualización o pre-experiencia asociada a emociones placenteras y a recompensas positivas funciona como un amplificador de la motivación.

Y para que puedas aprovechar los beneficios de esta observación te propongo el siguiente ejercicio basado en el experimento que te mencioné anteriormente:

  1. Elegí una actividad que te cueste realizar o que estás postergando hace mucho tiempo. Puede ser desde hacer la cama todas las mañanas hasta prepararte para tu próximo examen. Podés aprovechar y pensar en la que más trabajo te cueste realizar, ya que fueron el tipo de actividades que se vieron más beneficiadas con la visualización.
  2. Realizá una lista de todos los aspectos positivos que tiene esa actividad o de las recompensas positivas que devienen de su culminación. Por ejemplo, que si hacés la cama a la mañana vas a poder disfrutar de los beneficios y satisfacción de un cuarto ordenado, o que rendir finalmente ese examen va a permitir que estés más cerca de trabajar de tu profesión.
  3. Ahora visualizate realizando la actividad en cuestión y ya disfrutando de los beneficios que tiene su culminación. Colmate de todas esas emociones positivas. ¿Qué tal si además esbozás una pequeña sonrisa mientras te visualizás?
  4. Si te costó en el punto anterior identificar algunos aspectos positivos para tu actividad podés vos mismo inventarte una recompensa: al terminar de realizar esta actividad voy a regalarme tiempo para leer mi libro favorito, por ejemplo.
  5. Realizá la visualización todas las veces que lo necesites para generar un mayor compromiso con la actividad y así amplificar tu motivación.

¿Qué te pareció este ejercicio? Si querés podés ponerte recordatorios para realizar la actividad y conectar con esa sensación de bienestar que te brinda la visualización antes de llevar a cabo tu actividad.

A veces hay tareas rutinarias que no nos dan mucho placer hacer, pero siempre podemos darle a nuestro cerebro los motivos y emociones correctas para que conspire a nuestro favor.

Más información en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6416378/

Lucila Caceres Es neurocientífica y mentora de procesos creativos apasionada por combinar ciencia y autoconocimiento para motivarte a conectar con la autenticidad. Web:www.conexionbylu.comInstagram: @conexionbylu

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