No recuerdo época de mi vida en la que no ande en alguna. Siempre tuve un proyecto, una idea en marcha, un emprendimiento llenándome la cabeza y el corazón de desafíos y preguntas. No todos salieron bien; quizás la gran mayoría fracasaron o quedaron en el olvido. Pero de alguna forma todos ellos fueron alimentando un impulso creativo que, conforme pasaron los años, mayor dimensión y aceleración cobró en mi vida.
¿Por qué esta fascinación/obsesión permanente de crear algo propio? Bueno, primero por que no sé hacer otra cosa. Y segundo porque temprano en la vida pude experimentar lo que se siente habitar un universo creado por uno mismo (cuando me encerraba a escribir canciones, o a hacer experimentos en mi laboratorio de química… ¡tenía 7 años!). Luego pasa el tiempo y la vida te da la oportunidad de chocar tu universo con el de alguien más (o el de muchos más) y ahí sucede la magia.
Y una vez que hiciste magia, no querés parar de hacer magia.
Esa es la vida creativa para mi:
- Escoger el universo que quieras habitar
- Crear(lo) y todo lo que lo conforma
- Compartirlo con los demás
- ¡Dejar que suceda la magia!
¡Y ojo! No se trata de estar permanentemente haciendo algo, sino, simplemente, de ajustar la sintonía fina de cuerpo, mente y corazón en la frecuencia que más te resuena. Pero vivir desde ahí, no desde otro lado.